Garbiñe Artetxe: “Las adicciones se superan con valentía, pidiendo ayuda y tratándote con compasión”

En una nueva entrega del podcast Las Huellas de Carmela,  Garbiñe Artetxe compartió un testimonio conmovedor sobre su lucha contra la adicción a la comida y al alcohol. Una historia de superación, autoconocimiento y amor propio.

“He pasado por algunas adicciones en la vida, y si puedo con mi experiencia ayudar, apoyar o abrir alguna puerta, mi misión ya está cumplida”, contó Artetxe, que explicó cómo la comida se convirtió en un refugio emocional cuando no encontraba forma de gestionar lo que sentía. “Era más fácil comer chocolate, comerte un bizcochón o dos perritos calientes que gestionar esas emociones que no salen a la luz”, reconoció sin ambages.

Garbiñe relató cómo esa adicción la llevó a una obesidad mórbida que se tradujo en 140 kilos de peso. “Me estaba matando, pero aun sabiendo que me estaba matando, la adicción era más fuerte que yo”, confesó.

Tras no hallar comprensión en tratamientos puramente médicos, comprendió que “el problema con la comida no es del cuerpo, es de la mente, como la mayoría de las adicciones”.

La intervención quirúrgica que le practicaron fue, asegura, solo el comienzo de un proceso más profundo. “La intervención fue una herramienta, como hay otras muchas, pero lo fundamental es reconocer que tienes un problema y no estar sola en el camino”.

Tras superar esa etapa, la vida volvió a ponerla a prueba durante la pandemia. “Vuelvo a tener la salud mental tocada... y caigo en otra adicción muy peligrosa, socialmente aceptada, la del alcohol”, admitió.

Empezó con una copita de vino para celebrar un día bueno, o para callar las emociones en uno malo. Poco a poco, casi sin darse cuenta, la necesitaba todos los días.

El paso decisivo fue reconocer el problema y pedir ayuda. “Fui a mi médica y le dije: creo que soy alcohólica. Sin ningún tipo de vergüenza, pedí ayuda”, insistió.

Fue ella quien derivó a Garbiñe a una asociación “donde también había personas muy preparadas para tratar todo tipo de adicciones tanto a consumo de drogas como de alcohol.”

Comenzó entonces una terapia individual con seguimiento médico y psicológico, que describe como un camino difícil, pero liberador. “El alcohol es una droga que está permitida, se vende en las gasolineras y cualquier persona puede llegar a una adicción. Pero lo fundamental es pedir ayuda, sin juicio y con compasión”.

Esa compasión, explica, fue su mayor descubrimiento. “Tratarte bien, cuidarte, tener palabras de cariño para ti misma, no ser tan exigente. Lo mejor que puedes hacer por ti es tratarte con dulzura”.

Hoy, Garbiñe vive con equilibrio, consciente de su vulnerabilidad, pero también de su fortaleza. “Soy una persona vulnerable a las adicciones, lo sé. Por eso intento controlar las horas de exposición al móvil, cambiar hábitos, cuidarme”.

Su mensaje es claro e invita a la acción.  “Si en algún momento de tu vida hay algo que no quieres hacer y aun así lo haces, es momento de actuar. No hay que esperar a después del verano ni a después de Navidad. La vida es cuestión de ya”.

Artetxe quiso recordar que nadie está solo en este camino. “Todos necesitamos en nuestra vida un terapeuta, un psicólogo o alguien que no nos juzgue. La ayuda existe, hay que pedirla”, concluyó.