La palmera canaria (Phoenix canariensis) es un emblema botánico del archipiélago, y una especie que se aventura evolucionó de forma natural desde Fuerteventura, para extenderse luego, durante los últimos siglos, como planta ornamental hacia paisajes rurales y urbanos de todo el mundo.
El palmeral majorero, como han denunciado los colectivos ambientales que protegen la especie, se encuentra gravemente amenazado por factores como una gestión descoordinada entre el ámbito urbano y natural, la hibridación, o las plagas, especialmemte la Diocalandra frumenti, un insecto conocido popularmente como "picudín", "picudo de las cuatro manchas", o "plaga del cocotero".
Aunque se desconoce el alcance real de estas amenazas, hasta el punto de que el Cabildo de Fuerteventura ha anunciado esta semana un estudio de diagnóstico. La empresa pública GMR Canarias se encargará de analizar la situación del palmeral majorero, "particularmente dañado" por esta plaga, declarada como ofiialmente como tal desde el Gobierno de Canarias en 2007, y detectada en Fuerteventura por primera vez en 2018.

El estudio del Cabildo tratará de cuantificar el daño acumulado, y al mismo tiempo estimar cuánto costará la futura estrategia de conservación de un pameral que, según apuntó en un comunicado el consejero de Medio Ambiente del Cabildo insular, Carlos Rodríguez, contaría con en torno a 86.000 ejemplares.
Las administraciones tampoco conocen el coste que conllevará el plan de recuperación de la especie en la isla, de ahí que dentro del estudio, el Cabildo solicite una estimación económica a GMR. Podrían ser varios millones de euros, considerando que en Lanzarote, el Cabildo Insular y el Gobierno de Canarias, ya anunciaron una inversión conjunta de dos millones de euros, que podrían elevarse a cuatro, para un programa similar.
¿A quén corresponde la gestión del palmeral?
Las competencias en materia de conservación del palmeral canario son en cierto modo complejas, y han dado lugar en parte a la extensión de la plaga.
Por un lado, el Gobierno de Canarias puede actuar en el medio natural, al igual que el Cabildo, que tienen también potestad para intervenir en las carreteras de titularidad insular, o en el cauce de los barrancos a través del Consejo Insular de Aguas. Pero el palmeral majorero se extiende más allá, y hay miles de ejemplares que se han ido plantando en las zonas urbanas que gestinoan los ayuntamientos, sin contar los terrenos de particulartes o urbanizaciones privadas.
Un ejemplo ilustrativo de esta situación se ha visto en Costa Calma, donde el mantenimiento de urbanizaciones privadas se ha desatendido por desavenencias de si su gestión corresponde al ayuntamiento o al promotor. El abandono de los palmerales en estas zonas ha llevado al Ayuntamiento de Pájara a tener que intervenir de emergencia.

Según estimaciones de colectivos ambientales como la Asociación para la Defensa de la Palmera Canaria Tajalague, en el medio rural de Fuerteventura habría unos 40.000 ejemplares de palmera canaria, de los que unos 2.000 estarían dentro de espacios naturales protegidos.
En los espacios de titularidad urbana, al menos dos ayuntamientos, Puerto del Rosario y La Oliva, han censado el palmeral de su competencia, e iniciado programas específicos. Aunque también ha sido una costante en la isla los problemas de financiación, considerando que en muchos casos, las contratas municipales de Parques y Jardines no están actualizados a la actualidad de los precios, los costes de gestión, o no cuentan con personal propio especializado en tratamiento de palmeras.

La normativa del Gobierno de Canarias establece también un estricto régimen de tratamiento y gestión de la palmera canaria, a tenor de las numerosas plagas declaradas a lo largo de los años.
En 2006, la Consejería de Medio Ambiente y Ordenación Territorial estableció con el Decreto 62/2006, de 16 de mayo, un régimen de medidas para favorecer la protección, conservación e identidad genética de la palmera canaria (Phoenix canariensis), en el que se incluye la redacción de los catálogos de poblaciones de la especie que llegan ahora a Lanzarote y Fuerteventura.
Recomendaciones para propietarios particulares de palmera canaria
La Consejería de Medio Ambiente del Cabildo recomienda evitar la poda de esta especie, salvo en situaciones de necesidad justificada, con el objetivo de minimizar el riesgo de infestación por diocalandra.
La institución recordó a las personas que detecten afecciones de este tipo en sus palmeras, que deben ponerse en contacto con empresas acreditadas por la Dirección General de Agricultura del Gobierno de Canarias.
Las recomendaciones para la poda de palmeras están recogidas en la Orden de 29 de octubre de 2007, y publicadas por la Consejería de Agricultura, Ganadería, Pesca y Alimentación del Gobierno de Canarias en este enlace.
La larva de la Diocalandra actúa en el interior de las hojas, provocando una seca prematura y debilitando el ejemplar. La propagación se ve favorecida por el movimiento de material vegetal infestado, de ahí que se recomiende restringir la poda salvo necesidad justificada, siguiendo la normativa autonómica vigente.
Buen Paso, último reducto del palmeral de Fuerteventura
Además del picudín y otras plagas, existe una para la especie a nivel genético, como es la hibridación con otras especies foráneas de la familia Phoenix. El haber traído y cultivado la palmera datilífera africana en Fuerteventura, ha provocado una pérdida de genética de la palmera que durante miles de años estuvo aislada en la isla majorera.
En el comunicado anunciando el diagnóstico, el Cabildo destacó que en la isla se conservan algunos de los palmerales más antiguos de Canarias, como el de Barranco del Buen Paso, entre Ajuy y las Peñitas, último reducto de la palmera canaria en Fuerteventura.

Así lo creen también los colectivos ambientales como Tajalague, que defiende que fue en Fuerteventura donde surgió la palmera canaria, a partir de semillas llegadas de África. "Fuerteventura fue un gran palmeral, con extensiones de bosque termófilo en zonas como Betancuria, Santa Inés, Antigua, Tiscamanita, Toto o Pájara", recordó Eduardo Franquiz cuando estuvo en la isla en 2021.
También habló de una preocupante ausencia de regeneración natural en este palmeral, relatando este consultor medioambiental que "hace 70 años que no nacen nuevas palmeras en el palmeral de Las Peñitas, el último reducto silvestre de la especie".

Referencias y fuentes del presente artículo:
Crónicas de Fuerteventura: El palmeral majorero, seriamente amenazado por plagas y mala gestión (03/05/2022)
Crónicas de Fuerteventura: Aún sin soluciones globales ante el “picudín” que asola el palmeral majorero (18/11/2021)
Gobierno de Canarias: Orden de 29 de octubre de 2007. Medidas para la prevención de plagas en palmeras
Gobierno de Canarias: Resolución de 2006 sobre actuación contra plagas en palmeras